Hablemos de bloqueos.

¿Por qué?

Porque es exactamente lo que me está pasando hoy. Quería contarte una anécdota sobre un paciente que me insultó, pero ha sido empezar a escribir y darme cuenta de que hoy no iba a salir nada.

He llegado incluso a escribir un email entero para justo borrarlo después. Era tan malo que hasta tu bandeja lo habría devuelto.

Así que he pensado: «¿Qué haría Gary Halbert en mi lugar?».

El mejor copywriter de todos los tiempos empezaría a escribir. O al menos eso decía en uno de sus libros. Empezaba a escribir lo que fuera y por el camino encontraba la idea.

Esto es bastante contrario a lo que hace la mayoría. Ya sabes, mirar la pantalla en blanco esperando la inspiración.

También funciona muy bien alternar frases cortas con otras largas mientras lo haces. Sin pensar demasiado. Dejándote llevar. Ahora que te he puesto un par de ellas cortas, voy a escribir una que sea un poco más larga, porque así rompe el patrón y se vuelve más entretenido.

¿Te das cuenta? Creo que llevo unas 200 palabras de las 300 que (de media) debería ocupar un email. Voy más de la mitad y hace unos segundos no tenía nada.

No sé si estará funcionando, pero si has leído hasta aquí ya tienes la respuesta.

¿Algo más para cuando estés más atascado que un tartamudo?

Sí, muéstrate cómo eres. De hecho, es lo que estoy haciendo aquí. Podría intentar aparentar ser Don perfectito, pero eso me costaría demasiado.

Así que mejor te digo la verdad: hoy quería escribirte pero no podía.

Puta bida.

Incluso ahora siento el picorcito del bloqueo volviendo a mis dedos. Pero no le dejaré entrar. Oh, no. Bloqueo cabrón. No le dejaré entrar hasta que no te avise de que mi nueva página de ventas esta ready.

Una página de ventas infinitamente mejor de la que tenía antes, pero infinitamente peor de la que vendrá después.

Eso es así y así debe seguir siendo.

Si quieres verla, clic acá:

Copywriting radical

Un abrazo,

Jesús, Copywriter de bata blanca