Siempre que empiezo a trabajar con alguien nuevo hago algo que probablemente también haga tu cliente.
Solo que en lugar de hacerlo como yo (cuando me han comprado), él lo hace justo antes.
Así que saberlo puede ayudarte a ir varias casillas por delante.
Deja que te cuente a qué me refiero:
Verás.
Cuando recibo un nuevo encargo, hay dos opciones: que conozca el sector o que no lo conozca.
Si es de los primeros (como por ejemplo fitness), estoy más cómodo que un niño en brazos.
Sé lo que piensa la gente cuando está delante de un plato de brócoli y pollo. O las pocas ganas que hay de levantar hierros después de 8 horas de curro.
Lo sé porque lo he vivido y porque he tenido la suerte de trabajar con varios entrenadores personales.
Sin embargo, cuando toca por ejemplo yoga, la cosa cambia. Eso exige que lleve durante más tiempo (meses incluso) la gabardina del Inspector Gadget (para los nuevos: gabardina de investigador).
No sé qué son las asanas, el pranayama ni el samadhi.
¡¡No sé nada!!
Pero gracias a telecable (y a la mensualidad que les pago), tengo internet. Oh, sí. Y también a GePetiTo y sus secuaces.
Esto me permite pasar de no saber hacer la O con un canuto a dibujarte dragones en el aire en apenas unas semanas. Si haces inmersión total, es perfectamente posible.
Aprendo sobre qué le gusta a la gente, qué le cabrea, que le divierte, que besaría y que no puede soportar.
Y eso me permite vender mejor, claro.
Pero… ¿habías pensado alguna vez en que esto también lo pueden hacer tus clientes?
Y aquí es a donde quería llegar.
Las barreras que separaban al vendedor ixpirto del cliente inepto cada vez son menores. Cualquiera puede aprender cualquier cosa en cuestión de semanas.
Quizás no sepan más que tú, pero sí lo suficiente para saber que tener soporte es mejor que no tenerlo, que tu precio es elevado en comparación con lo que ofrece Menganito, o que tu discurso solo es una versión edulcorada de lo que dice el referente.
El nivel de sofisticación a la hora de comprar ha subido de nivel. Y seguirá subiendo.
Llegados a este punto, yo veo dos opciones:
– O sabes cómo demostrar por qué eres mejor que tu competencia…
– O cada vez tendrás que invertir más tiempo y dinero en conseguir clientes.
Lo malo de la segunda opción es que a veces llega un momento en el que tanto esfuerzo no merece la pena, y eso te lleva a conformarte con lo que tienes.
Lo segundo malo es que dependas de unos pocos.
Lo que provoca que tu cabeza lance preguntas como «qué pasaría si tu principal cliente decidiera prescindir de tus servicios».
Lo bueno es que la decisión depende al 100% de ti.
Para los que quieran tomar la primera opción, tengo esto:
Copywriting radical
Un abrazo, Copywriter de bata blanca
PD. Si no llegan más ventas, tu dinero volverá manualmente (iba a poner mágicamente, pero es que la transferencia de vuelta la hago yo) a tu cuenta bancaria.